El rival de Prometeo es una selección de textos editada por Sonia Bueno Gómez-Tejedor y la periodista Marta Peirano, que tiene como elemento común la inteligencia artificial, la existencia de diferentes visiones sobre el robot -en especial el androide- y nuestra no siempre fácil relación con él. La selección incluye fragmentos de tratados filosóficos, relaciones y ensayos, relatos de ficción o literatura científica.
La relación entre el hombre y la máquina es fascinante desde su origen. A través de las reflexiones de Descartes o Benjamin, de la descripción de los autómatas de Vaucanson o la Mettrie, nos adentramos en los vericuetos de esta singular andadura. La constatación de que la vida humana y animal se soporta sobre procesos mecánicos y que éstos son replicables, está en el origen del autómata. A partir del siglo XVIII, con la emancipación entre religión y moral, el camino hacia la creación de vida artificial se despeja definitivamente. La superchería no estuvo ausente de esta complicada búsqueda y su desenmascaramiento también está presente en el libro a través del ensayo de E. A. Poe sobre el célebre Turco que, hasta bien entrado el siglo XIX, habría de alimentar la leyenda de un jugador de ajedrez mecánico capaz de derrotar al mismísimo Napoleón. En tanto que réplica, la visión del androide (el autómata con forma humana) refleja, como en un espejo clarificador, cierta visión de nosotros mismos, llena de prejuicios y convenciones sociales, de autorepresentaciones afectadas, como las sugeridas por Freud en su estudio sobre lo siniestro, o los otros textos incluídos en el capítulo dedicado a las "máquinas fatales", las andreidas o autómatas femeninas. Los relatos de Hoffman, Villiers de l'Isle Adam o Thea von Harbou, plagados de categorías implícitas, ponen al descubierto la percepción recelosa que la mujer ha despertado en otras época y por desgracia, aún parece suscitar. Por último, la posibilidad de que la inteligencia artificial logre superar a la humana, el temor a que la similitud con el doble nos haga indistinguibles, aflora en el último apartado del libro, en el que junto a relatos de ciencia-ficción que abordan este tema, o a un largo texto de Turing, creador del test de inteligencia artificial, se insinúa la necesidad perentoria de imprimir cierta ética a las máquinas, presente en las "Tres Leyes de la Robótica" esbozadas por Asimov. La noción de Singularidad de Vinge, por la cual existe un punto -situado por el autor no más allá de 2.030-, en el que nuestros viejos modelos quedan descartados y empieza a regir una nueva realidad, tiende una escéptica sombra sobre nuestras posibilidades futuras frente a la máquina, así como la exigencia apremiante de transferir la necesidad ética a nuestros propios comportamientos antes que a los de las máquinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Deja tu comentario!